Me llama la atención en el área de TI la cantidad de empresas pequeñas y autónomos que están abordando su proyecto empresarial tras terminar un periodo más o menos estable en una empresa del sector y haber ofrecido durante años un determinado servicio. Es cierto que una de las salidas que estamos viendo a la crisis tan tremenda en la que estamos es la posibilidad de crear nuestro propio negocio. Por esta razón tanto el Gobierno como los Ayuntamientos como las Comunidades Autónomas están haciendo todo lo posible para fomentar la mentalidad emprendedora entre todos aquellos que estamos en edad y condiciones de trabajar.
Esto evidentemente, reduciría las cifras del paro, pero sobre todo iría con el tiempo creando un tejido empresarial competitivo y sólido, de manera equivalente al que existen en otros países europeos y desde luego en Estados Unidos. Ahora bien, ¿es suficiente la voluntad de emprender y las ayudas (sobre todo económicas) para hacerlo? A mi modo de ver no; a menos que haya una formación, experiencia y sobre todo un entusiasmo sobre el proyecto que vamos a acometer es prácticamente imposible.
Me ha llegado una noticia de un servicio, cuanto menos curioso...Un coaching, dirigido a emprendedores, a los que se les ayuda como primera providencia a identificar aquella área que le apasione especialmente, ya que solo con una pasión desmedida se puede hacer frente a la incertidumbre, espíritu de sacrificio y constancia, que exige la actitud emprendedora. Yo en estos años, he descubierto algunos de los rasgos que pueden estar detrás de una actitud emprendedora, y que quizá estén muy lejos de las recetas de escuela de negocio. ¡Ojo! Es fundamental conocer el mercado, identificar el nicho de negocio, hacer una planificación económica y de recursos adecuada, asi como hacer conocer a nuestros potenciales clientes el servicio que ofrecemos, pero esto no es suficiente.
Las empresas pequeñas que he visto de éxito comparten algunos de estos principios:
- Convicción que lo que se quiere, casi siempre honradamente, se puede.
- Capacidad de trabajar con otros y para otros. Si no hay una auténtica voluntad de servicio es dificil sacar un negocio adelante.
- Generosidad a raudales, como la forma más eficaz de crear un equipo competente y comprometido.
- Claridad en los objetivos, planes y metas que se quieren conseguir. Mientras emprendemos, estamos contínuamente manteniendo el equilibrio como el niño que aprende a montar en bici, con lo que si dudamos de hacia donde vamos es probable que nos acabemos cayendo.
- Fidelidad a los propios principios que constituye al ser humano como la honestidad y el espíritu de verdad. Al final, de lo que se trata es de hacer un servicio por el que vamos a cobrar un dinero y esto requiere ser tremendamente exigente con uno mismo para poderlo ser con los demás.
- Confianza total en uno mismo, en sus capacidades y en la posibilidad de superar nuestras limitaciones, que son casi tantas como nuestras capacidades.